había una vez un gato que era una niña muy roja vestida de un lobo que se fue a los arboles y al rio y a los bosques a recoger flores y flores y flores y llegó a la casa de su tatarabuela que era de gengibre (la tatarabuela no la casa) y le dejó las flores y se fue llorando y se cambió el nombre para que tuviesen el mismo porque mientras alguien te recuerde no estás muerto